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Contigo en mi espalda corriendo sin rumbo, quizás nos besemos en unos segundos, quizás luego reiremos, o talvéz simplemente de la mano juntos y felices corriendo por el pasto, por montañas, sin una meta, sin un rumbo, sin un límite alguno. Quizás chocamos con el ambiente agradable y solitario de una pradera, que aparecería de la nada ante nuestros ojos, donde nos sentaríamos sobre los largos y suaves pastos y colores hermosos. Sin hablar solo mirándonos a los ojos y sonriendo en cada escalofrío que nos demos y en cada mariposa que nos recorriera el cuerpo.
Tomaré tu mejilla suave con mis manos, y te miraré a los ojos tan profundo que me adentraré en ellos. Y te daré el más suave beso que mis labios podrán dar. Y nos reiremos, acostados en la pradera, donde solo estamos, tú, yo y el sol que no parará de brillar.